En España, grande y libre, la única persona que está en aprietos judiciales por culpa de la dictadura franquista es el juez que intentó investigar sus crímenes. En España, limpia y pura, las perdices disparan contra las escopetas, y don Vito Correa pasa de acusado a acusador, con la bendición del Tribunal Supremo; la justicia al revés. En España, sin pecado concebida, ya sólo faltan contra Garzón una querella de Iñaki de Juana Chaos, otra de Laureano Oubiña y una tercera de los familiares de Pinochet. Y mejor no dar ideas.
“No llega a Semana Santa”, me dicen desde su entorno, donde cada día lo ven más difícil. Ninguno de los movimientos en la partida de ajedrez contra el juez es casual y hay prisa por dar jaque mate. Hay que dar ejemplo entre la magistratura. La semana que viene, el miércoles 10 de marzo, los jueces del Tribunal Superior de Justicia de Madrid tendrán que pronunciarse sobre las escuchas de la Gürtel. Es una vista clave para los estrategas de la derecha, para Trillo y compañía, que abiertamente ya juegan a anular los pinchazos telefónicos; a tapar el pozo séptico de la corrupción del PP con la trampilla del defecto de forma.
Es una estrategia de eficacia probada, ya salió bien con el caso Naseiro. Y si vuelve a funcionar, la moraleja esta vez será definitiva. Apunten las nuevas normas. En España, grande y libre, hay cosas que no se tocan, y no sólo el franquismo es tabú, también lo es el PP. En España, limpia y pura, la justicia es para los pobres, y no sólo existe la impunidad política, también la judicial. En España, sin pecado concebida, los juececillos valientes ya saben a qué atenerse. Acabo de regresar, y me entran ganas de marcharme otra vez.