Y no fue porque el público, que se agolpaba en Lope de Vega y en el Paseo del Prado, hiciera fuerza contra ellos.
La fuerza que les empujaba a soltarse, provenía del estómago y de la garganta. Cuando desde la puerta de la sede del sindicato y calle abajo, se empezaron a escuchar cientos de voces que entonaban el himno de los trabajadores, a su vez se soltaban las manos, que se iban cerrando y se levantaban cerradas al paso de Marcelino
En pocos segundos ya toda la calle cantaba la Internacional, pero lo hacía bajito como nunca yo la había escuchado.
Una mujer que no cantaba, pero estaba emocionada, le decía a otra: “parece una nana, para no despertarle”.
Luego los discursos en la Puerta de Alcalá quedaron eclipsados por la humilde voz de Josefina recordando las últimas palabras de su compañero de toda la vida, “cuando uno se cae, se levanta y sigue adelante, siempre adelante”…
Hoy hace cien años que nació Miguel Hernández y su ejemplo y su obra le han sobrevivido casi 70 después de muerto y tiene más vigencia hoy que hace 20 años, es evidente que Marcelino, que ya era parte en vida de la Historia de España, no murió ayer a los 92 años de edad. Es evidente que su lucha no tiene edad, que su ejemplo para todos los trabajadores y trabajadoras es atemporal y que por tanto le espera Larga Vida a su Memoria.