Desde hace varios años escucho con demasiada frecuencia expresiones como “hay que irse de este país” y “este país no tiene solución”. Recientemente una amiga ponía algo parecido en su Facebook al publicar una noticia que hacía referencia a los chanchullos del Sr. Rato.
Hasta ahora me he resistido a sumarme a este generalizado pensamiento pesimista que nos convierte en sujetos pasivos ante la ignominiosa situación que vivimos, y que en demasiados conocidos se convierte en resignación ante la marcha de sus hijos e hijas a otros países. La verdad es que estos días viendo la noticia de la muerte de la duquesa de Alba hasta yo, que siempre me he revelado contra este pesimismo paralizador, he llegado a pensar que realmente no tenemos solución. ¿Cómo es posible que mientras en Vallecas echan de su casa a una anciana miles de personas salgan a las calles de Sevilla para despedir el féretro de la duquesa de Alba?
Carmen, la vallecana desahuciada, ha trabajado toda la vida en el campo y limpiando casas, y en su desahucio sólo ha tenido el apoyo de unos cuantos activistas de la PAH. Ella nunca ha sido candidata a ninguna medalla o reconocimiento. Sin embargo Doña Cayetana, esa gran amante de las sevillanas, los toros y la juerga, que, a diferencia de Carmen, sólo ha visto el campo desde la montura de un caballo o desde los millonarios cheques de las subvenciones agrarias, ha sido, a juicio la autoridades andaluzas y madrileñas, merecedora de la medalla de oro de Madrid e hija predilecta de Andalucía y ha recibido en la hora de su muerte un sinfín de alabanzas. De bondadosa la ha calificado el arzobispo de Sevilla y de mujer rebelde Alfonso Guerra. ¡Qué concepto tan particular de rebeldía tiene el Sr. Guerra! ¿Qué tipo de país es éste donde el funeral de una aristócrata paraliza una ciudad y merece la dedicación de un montón de horas en televisión mientras que el desahucio de miles de familias solo se merece unos pocos segundos en un telediario?.
No veo televisiones ni leo periódicos de fuera, pero estoy convencido de que esto no ocurre en países como Finlandia, Dinamarca o Suecia. No sé si tienen mucha audiencia los entierros de la aristocracia nórdica pero de lo que sí estoy seguro es de que sus habitantes no piensan que su país no tiene solución, y de que allí no echan tan alegremente a la gente de sus casas, ni sus jóvenes tienen que emigrar para buscarse un futuro digno. Quizá su suerte es que su gobierno dedica a educación el doble de dinero de lo que dedica el nuestro, y es sabido que una buena educación pública hace a una sociedad más igual, más culta y más libre.
Posiblemente el objetivo de los recortes en educación y el de la nueva ley del ministro Wert sea conseguir todo lo contrario: que seamos menos iguales, más ignorantes y por tanto menos libres que la mayoría de los ciudadanos europeos. Solo así pueden conseguir que sigamos emocionándonos con las juergas de las duquesas octogenarias y a la vez nos quedemos impasibles ante las desventuras de personas como las de la señora Carmen de Vallecas.
Menos mal que nos quedan gentes como las de la PAH y el Rayo Vallecano.